Puerto de Vega, 7 de julio de 2015
Paso a paso de Frexulfe
a la Atalaya
entregando la mirada
a la Mar
y la mano a la
tierra,
pisando los cuchillos
grises de pizarra,
yo pequeño mirando
lejos
más allá de la
niebla
y pensando, una
vez más,
en la velocidad
de los pasos
de los sueños.
Roza el borde el
sendero
de dos espacios
inauditos,
el inmenso
océano
y la
extraordinaria tierra
de este camino
austero pero infinito.
Estoy aquí y lo
sé
pero nada tiene
que ver conmigo,
ni soy mar ni
soy tierra
soy un cuerpo
con complicados
pensamientos
que huye de la
ciénaga
y no encuentra nunca
el tiempo
de las preguntas
de los pequeños misterios.
Pero aquí con el
maizal y el bosque atrás
habría que ser más
necio
para ocultar
respuestas
cuando nuevas
preguntas
nacen en mi sudor
y silencio,
por ésta senda
naviera
que huele a mar y
a hierbas,
que aparta el
duro brezo
entre pinos
dañados
y mi espalda
cansada, aligera.
Es la senda del
respiro,
de ese viento y
sus intenciones
de animar las
células del cuerpo dormido
y de avivar los
nervios drogados de obsesiones.
Es la senda que
me trae
al verdadero
círculo
de humildes pero
necesarias,
imprescindibles emociones.
MUy bueno, como siempre .Enhorabuena por ser capaz de escribir estos versos
ResponderEliminarGracias Andrés, con tus palabras recupero un ápice de un ego algo hundido en estos tiempos.
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