Fotografia de J.L. Romero |
Toledo, 281015
Prisa, ansia de empezar
la
historia,
en
un instante aceptamos
el
contrato,
la
marca de los días, las horas,
y
empezamos a crear memoria
día
a día, rato a rato,
algunos
infumables,
sin
comprender y menos asumir
nuestra
materia frágil, imperfecta,
esencialmente
incorrecta, vulnerable.
No
marcamos nuestro tiempo,
nadie,
nada, ni una idea,
ni
un sueño, ni una decisión
prevé
ni uno solo de nuestros instantes,
de
nuestras previsiones,
nuestro
cálculo erróneo
siempre
causa decepción,
desilusión
constante.
Estaba
previsto
que
no había nada previsto.
No
puede preverse
lo
que se incontrola,
lo
que depende de nuestro ego débil,
nunca
de la cara fuerte
de
nuestra incierta imagen.
Y
no la asumimos,
ni
la conocemos ni la reconocemos,
nunca
quisimos.
Siempre
hemos sabido
lo
que firmábamos
en
ése contrato dónde dice y enseña
VIVE
en grandes letras,
y
luego páginas y páginas
nada
ajenas.
Son
de nuestra vida
y
nuestra muerte
la
letra pequeña.
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