Puerto de Vega, 110816
me acompaña y ahoga
y ni las
lágrimas encuentran aire.
Tanta gente en
el duelo
de la miseria, del
hambre
y tanto templo y
tanta ostia,
tanto predicador
inútil,
tanto oro para
el rezo.
A veces la rabia
me acompaña y
ahoga,
me grita y me
empuja
aplastando
anhelos.
Descorazonamiento
de utopías
perdidas
y tanto imbécil
vociferando en
la fábrica de lelos.
Y yo aquí, mirando,
oyendo
asfixiando el
sueño en el agua
de ésta mar inmóvil,
sin ella.
A veces la rabia…
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