martes, 7 de febrero de 2017

Esos Versos de la Noche

Fotografia de J.L. Romero
                                  (Toledo, 281215)


Esos versos 
que de noche me agobian
y no escribo y cuando amanece
me duelen y me sangran.
Pero tú estás aquí, a mi lado
y tu dolor me duele
y me sangra más que esos versos
que en la noche nacen
y que no escribo
y que entre tus ojos se deshacen.



Esos ojos que apenas recuerdan
el brillo de los tiempos de las risas,
de los hilos de agua pura
brotando entre piedras y fosos
corriendo por nuestros pies
como por la piel la brisa,
caldeadas brisa y agua
por esos espectaculares rayos
de sol brillando en tu rostro.
Los ojos de la descomunal sonrisa.

Aquella sonrisa que abría las calles
y la gente se volvía,
que auguraba buenas razones
para que el mundo fuera mundo
y sirviera de algo en el día tras día.
Esa sonrisa necesaria para avanzar
para no rendirse, seguro,
para pillar luz en esta noche
de nubarrones oscuros
y viento que nos maneja con su azar.

Esos versos que de noche
sudan en mi almohada
y que se mueren o me matan
cuando llega el momento
de esa tozuda verdad
que nos muestra la alborada.
Esos ojos que me hunden
en el silencio del fracasado intento
de soñar que el poema
podría hablar de otras cosas
de victorias y magníficas miradas,
de sonrisas y  proyectos,
en lugar del vacío
la no sonrisa, el no sueño
el no futuro, la nada.



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